Desde 2019 no habíamos tenido tantos días festivos para celebrar el cumpleaños de la patria. Este 2024, con casi diez días de descanso, las celebraciones no solo se reflejaron en reuniones familiares y encuentros entre amigos, sino que, lamentablemente, dejaron una huella dolorosa en seis familias de Ñuble que perdieron a uno de sus integrantes. La ausencia de estas personas no será compensada ni por todos los feriados que nos pueda dar la vida.
La juventud a menudo se siente invulnerable, creyendo que su fragilidad humana es solo un mito aplicable a los mayores o a quienes enfrentan enfermedades graves. Sin embargo, este sentido de invencibilidad lleva, en muchos casos, a tomar decisiones que no solo afectan a quien las toma, sino también a toda una comunidad.
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¿Por qué es importante recalcar esto? Porque las seis víctimas fatales de estas Fiestas Patrias en Ñuble eran jóvenes. Entre ellos, una niña de 5 años, un estudiante de ingeniería civil eléctrica y otra que aún no completaba su educación media. Todos integrantes de uno de los grupos etarios más valiosos de nuestra región: la juventud y el futuro. Ellos ya no están.
En total, durante estas festividades, se registraron 61 siniestros de tránsito en las carreteras de Ñuble, y la mayoría de los conductores involucrados presentaron altos niveles de alcohol en la sangre. Como si no fuera suficiente, a estos hechos se suman los 25 homicidios registrados en el país durante este mismo período.
La ecuación parece clara: vivimos en una sociedad donde el alcohol y otras sustancias se convierten en los protagonistas de las fiestas, relegando los valores de la familia, la amistad y el respeto. Al final, los desafíos no se centran en compartir, sino en ver quién puede resistir más. Y los excesos terminan en emergencias médicas que ocupan los recursos que podrían salvar a quienes no buscan enfermedades autoinfligidas.
Es momento de reflexionar. Estamos inmersos en una sociedad donde los valores humanos parecen relegados a un segundo plano, y el individualismo se ha vuelto una moda. Sin embargo, a pesar de todo, prefiero apostar por la esperanza de que aún podemos retomar el camino hacia un sentido de comunidad más sólido y responsable.
El reto es grande, pero no imposible. Si cada uno de nosotros asume su parte, si entendemos que nuestras decisiones individuales pueden marcar la diferencia, entonces podremos avanzar hacia una sociedad más justa, más solidaria y segura para todos. La juventud es el futuro, pero solo si trabajamos juntos para protegerla y guiarla por el camino correcto.