Gobierno v/s alcaldes: Evaluación ciudadana

Es por una cuestión de naturaleza que tanto los seres vivos como los seres humanos necesitamos de una autoridad para que la organización de la vida diaria sea lo más llevadera posible, y ese es el caso de los Estados, como las instituciones políticas fundamentales de los países que establecen las pautas de organización de la comunidad nacional. Dentro de la estructura fundamental de un país se encuentra una dimensión más pequeña, pero que responde a la misma lógica de autoridad: me refiero al gobierno local cuyas máximas autoridades son los alcaldes, y éstos, inconscientemente pasan a ser una especie de Presidentes de una realidad mucho más pequeña lógicamente.
Frente a la crisis sanitaria que estamos viviendo, no solo como país sino a nivel mundial, surge el llamado innato del pueblo para que las autoridades (a quienes se les otorgó soberanía bajo la clave republicana) puedan demostrar que fueron investidos con dicho poder para generar un liderazgo que responda de la mejor manera no solo a las demandas ciudadanas, sino para que se pongan al frente en estos lamentables episodios con los atributos que, se supone, la autoridad tiene sobre el resto de las personas para tomar decisiones que nos lleven al bien común (en este caso, enfrentar con toda la capacidad y voluntad posibles la pandemia, y salir victoriosos con la ayuda de la providencia divina.).
En ese escenario, Chile está viviendo un dilema muy interesante y dualista al momento en que la ciudadanía evalúa a las autoridades, porque si bien es cierto que desde hace bastante tiempo el pueblo ha tenido un desencanto con la institucionalidad y ha perdido en gran medida la credibilidad hacia las autoridades (podemos ver que esto se suele dar más bien en un nivel macro, como una realidad nacional), a nivel local, los vecinos han demostrado un amplio respaldo hacia los alcaldes, y me atrevo a decir que no pasa por una cuestión de capacidades profesionales o por un buena base de recursos (teniendo en cuenta de que la gran mayoría de los Municipios en Chile son bastante limitados en presupuesto) sino que tiene que ver con la cercanía que los ediles tienen con las personas: alcaldes que conocen en terreno la realidad y se han puesto “la capa” para hacer frente a esta crisis.
Dado que las personas ven que son los alcaldes y todo el equipo de trabajo que los acompaña, que se arriesgan voluntariamente a este virus por un deber de servicio público y que son los portavoces de la ciudadanía para que el Gobierno tome medidas mucho más fuertes o determinantes, se genera esta diferencia de apoyo.
Si bien es cierto que todos los actores públicos han estado trabajando arduamente para enfrentar la pandemia (en especial el Gobierno por su naturaleza propia de “gobierno”) las autoridades nacionales no han recibido el apoyo esperado, porque la gente ve con más cercanía el sacrificio de las autoridades comunales, y se suma el hecho del terrible problema comunicacional que tiene la Presidencia y su gabinete. Más allá de todo, creo que no nos hemos dado cuenta de la dimensión que implica ver a las autoridades ya no como una clase privilegiada sino como ese cuerpo de servidores públicos que tanto se ha esperado ver. Si logramos fortalecer la democracia local y trabajar en unidad y con buena fe en estos momentos difíciles, daremos buena batalla a esta pandemia.

Esta sección es un espacio abierto, por lo que las opiniones vertidas aquí pertenecen exclusivamente a su autor y no necesariamente representan una mirada editorial.

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