Límite a la reelección: un avance, al fin y al cabo

Dos principios fundamentales del ideal republicano son la alternancia del poder y la temporalidad de los cargos, que es precisamente una diferencia sustancial entre una República y una Monarquía, o en el caso negativo, de una Dictadura. Ahora bien, en una República Democrática como el caso chileno, puede que estos principios se cumplan pero no de forma deseada y permanente, debido a que nuestro país es relativamente una República joven, que sufre quiebres constitucionales cada 40 o 50 años, cuyos ciudadanos en general no son bien informados y sus virtudes cívicas quedan al debe, y, sobre todas las cosas, por la presencia de una clase política que constantemente demuestra falta de transparencia, ética y que no nos guía en el principio republicano del interés común, sino del interés personal.
Debido a esta realidad, muchos han mantenido una visión pesimista con el correr de los años al entender que sus Representantes son quienes legislan materias de temporalidad de sus cargos y de sus propios sueldos, temas controversiales para la ciudadanía, y en ese sentido no solo la popularidad de los representantes ha sido cuestionada, sino también su legitimidad por la falta de voluntad para generar los cambios esperados.
Sin embargo, en estos últimos días se han estado concretando avances en la legislatura sobre el límite de la reelección de los cargos populares (exceptuando la máxima magistratura, que es el Presidente) lo cual es un aporte para fortalecer la democracia y especialmente para que la ciudadanía comience a reestablecer poco a poco su confianza en las instituciones, porque más allá del clima popular y de los deseos más platónicos que muchos puedan tener de los movimientos sociales y ciudadanos, los problemas sociales y políticos se resuelven, al final del día, con la institucionalidad.
Ahora bien, muchos pensarán, con legítima razón, que el límite de la reelección no es un avance muy significativo o que esta futura ley tendrá algún vacío. Porque si la intención de poner límite al tiempo en que un político se encuentre en el cargo es tratar de generar una renovación en la política, es probable que no suceda como uno esperaría, ya que por ejemplo, un Senador muy conocido que no podrá ser reelecto, perfectamente podría ser candidato a Diputado, ya que es importante en su Partido o en su Distrito o Circunscripción, y con seguridad será electo en ese nuevo cargo, y de esa manera seguirá siendo parte de la clase política.
Pero más allá de todas estas suposiciones, que podrían ser reales y creo que lo serán en la práctica, este proyecto es un avance al fin y al cabo ya que abre el espacio para que entren nuevas figuras en la política (quizás no en el ideal que uno desea, pero muchos serán destronados de su zona de confort que han mantenido por décadas), también, para ser más fiel con el principio republicano de la temporalidad del poder, y, para el fortalecimiento mismo de la democracia chilena.

Esta sección es un espacio abierto, por lo que las opiniones vertidas aquí pertenecen exclusivamente a su autor y no necesariamente representan una mirada editorial.

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