Luego de estas dos semanas de lluvia, con sistemas frontales que, como se dice popularmente, apalearon el corral con sus varillas, se superó en un 60% la cantidad de agua caída con respecto al año pasado a la misma fecha. Las tres arterias de la región, los ríos Ñuble, Itata y Diguillín, aumentaron sus caudales, limpiando sus cuencas y manteniendo un aire limpio sin material particulado. Las camelias y los aromos ya dan los primeros colores y, aunque faltan varios meses para la primavera, el recambio de energía y los ciclos naturales dan muestra del continuo es lo permanente.
Las bandadas de cachañas se vuelven a ver por las ciudades y los zorzales ya visitan los prados, escuchándose la tierra que les da su alimento. Debajo de los líquenes, de los bosques de Nothofagus tapados en nieve, se están formando los brotes.
Es tiempo de separar las semillas y armas los almácigos. Como se dice, “la alegría de sembrar no te la pueden quitar”.
Como recomendaciones les dejo el Libro “Defensa de la tierra” de Luis Oyarzún y el Disco “Canto Libre” de Victor Jara.