En estos días, mucho se ha conversado del retiro del 10% de los ahorros previsionales por parte de los cotizantes en las AFP, con el objetivo de que las familias puedan enfrentar con cierta tranquilidad la crisis económica que atraviesa el país como efecto de la pandemia mundial COVID-19. De ser solo una idea bastante mediática, tuvo un gran salto con la aprobación del proyecto en la Cámara de Diputados, y se espera que exista la misma sintonía en el Senado.
Ahora bien, es una posición errada creer que este proyecto solo se deba a las implicancias sociales y económicas inmediatas, ya que nos llevará a una discusión más frontal en las instituciones políticas y en los espacios de encuentro con la opinión pública para definir cuál será el sistema de pensiones que se construirá en nuestro tiempo y se heredará a las próximas generaciones.
Para implementar un sistema podemos recurrir a muchos ejemplos de países exitosos, como el de Holanda, el cual tiene 3 fuentes de financiamiento en sus ahorros: hay un aporte del Estado, un aporte de las empresas y un ahorro individual. También podemos ver el de Estados Unidos que es netamente un ahorro individual con planes individuales o planes de empresa, y los trabajadores tienen la opción de cómo invertir ese dinero en la empresa. El caso de Japón nos muestra que pueden coexistir un sistema de ahorro individual, un plan solidario donde los trabajadores aportan a los jubilados y también hay una pensión mínima del Estado.
Con todo esto, se cometería un grave error al querer implementar un sistema idéntico a una realidad muy distinta política, económica, social y culturalmente. Los países que tienen mejores sistemas de pensiones son desarrollados, con economías gigantescas y culturalmente maduros, muy distintos a Repúblicas jóvenes y convulsionadas como la nuestra. Sin embargo, podemos tomar como referencia la aplicación de sistemas mixtos, no bajo una lógica refundacional (típica de una inmadurez social y egoísmo político) sino bajo una mirada reformista y de unidad nacional.
En nuestro caso, considero que hay que separar dos elementos en el debate previsional, donde uno es el marco normativo que regulan las AFP y otro es el sistema de capitalización individual, que en el contexto del funcionamiento de los mercados es mucho más exitoso que uno de reparto. Como el problema consiste en el marco normativo y estamos en un contexto de inequidades económicas, se podrían comenzar a aplicar planes empresariales con incentivos, generar un ahorro público a la par con el privado, u otras medidas que puedan traer una decente jubilación a los pensionados.