Adiós, Hayek, adiós

Foto: Retrato de Friedrich von Hayek.

El reciente paro de camioneros, junto con demostrar la prepotencia de un gremio que, al parecer, tiene como verdadero ethos (forma de vida o comportamiento), el autoritarismo de imponer sus términos mediante la presión del desabastecimiento de la población -justo en medio de una pandemia-, ha dejado claro, también, algunos aspectos claves de entender acerca de nuestro deplorable modelo económico. Hablamos del “gremio de camioneros”, refiriéndonos a sus líderes que no toman un camión hace décadas, y que, además, se codean con políticos de esa derecha dura -y a veces caradura-, que quiere tensionar la situación social al máximo para, al igual que antes, sacar la tajada más grande del pastel. El mismo sector que lleva a cabo una campaña del terror ante el inminente triunfo del apruebo -Apruebo Convención Constitucional-, en el plebiscito de octubre.
Ahora bien, el modelo neoliberal que impera en gran parte del mundo -con variantes- tiene como rasgo característico, porque así fue pensado, varios factores que hoy están de manera clara en el debate público: primero, la preponderancia de lo económico por sobre lo político; segundo, la clausura de la política como expresión social y, tercero, la reducción del Estado a un mero garante del mercado.
El que camioneros puedan sentarse con la “pistola en la mesa” a negociar o que Juan Sutil, presidente de Confederación de la Producción y el Comercio, salga a la par del presidente en declaraciones televisadas, no hace más que demostrar que los empresarios están un escalón más arriba que cualquier otro ciudadano en este orden neoliberal. Esto, ya que allí donde se restringe la política, tiene tierra fértil para colonizar el gran poder empresarial.
Así es el neoliberalismo, una mentira. Dice estar por el mejoramiento de la calidad de vida de las personas, pero, sin embargo, es el principal responsable de la mala calidad de la política, es el responsable de las grietas profundas de nuestras relaciones sociales, es el responsable de la depredación del medio ambiente -la crisis del agua es lo más visible-. Un modelo que anula la comunidad desde que se erigió como doctrina, ya que para el neoliberalismo -según el sociólogo Carlos Ruiz Encina-, las acciones “comunitarias basadas en lazos de solidaridad, resultan estadios inferiores de evolución social”.
En definitiva, la precaria calidad de la democracia que estamos viviendo, no es un accidente ni un azar, es fruto de décadas de desgastes de los agentes del neoliberalismo como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Ya no se respaldan dictaduras, sino que se fortalecen las democracias neoliberales o democracias de mercado, en donde la política es una pobre espectadora sin importancia, frente al actor principal: El Mercado.
Como sociedad, debemos sacarle el rostro neoliberal a nuestra democracia, defenderla voto a voto frente a quienes -otra vez-, quieren el miedo, la violencia y seguir con la política secuestrada. De esta manera, Friedrich von Hayek, filósofo austriaco, principal ideólogo del neoliberalismo, verá cómo en Chile -país experimento desde donde este modelo salió al mundo-, queda sepultada su creación, bajo la gigante figura de una nueva constitución plenamente democrática.

Esta sección es un espacio abierto, por lo que las opiniones vertidas aquí pertenecen exclusivamente a su autor y no necesariamente representan una mirada editorial.

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