Un radio-oyente de España que supo mi correo por un postcast que dí a un medio digital, me cuenta, en síntesis, su drama familiar: “Después de la pandemia, mi hijo de 42 años, enfermo de una cierta psicosis, a cada rato cierra y abre las ventanas por fríos que le entran al cuerpo. Asimismo, se pone y quita ropa, las puertas igualmente las controla, no se baña hace como seis meses o más, todo el día dice que trabaja para secarse un maleficio, que le hicieron cuando tenía ocho años, tomó 4 veces ayahuasca, la última en la selva colombiana con chamanes especializados, justo al inicio de la pandemia…Hoy se encuentra con un gran conocimiento de muchas cosas, está muy informado, puede dar cátedra de variados tema, Pero lo increíble es que tiene que lavarse las manos con agua que corre y corre, toma las cosas con servilletas, las manillas de puerta, la llave del agua, etc.”
Está claro que ese “mal” que la brujería de la Matrix tiró al mundo en la pandemia y que ya conveniente y momentáneamente lo han “debilitado” el gobierno mundial de las Sombras, él ahora lo sigue creyendo y ahora lo ha convertido en un demonio que lo tiraniza y lo revuelca en esclavitud. A causa de exacerbar la droga del miedo, ahora es una creencia autónoma en millares de personas que le han dado poder por tanto tiempo, haciendo la función de “profecía autocumplida”. Por mi parte yo les contesté que ya no necesita ayahuasca, ningún viaje con ninguna droga, ningún otro machitún para liberarse de esa creencia; que él, al mantenerla y alimentarla todos los días adentro, la agrandó y potenció más grande que la ventana que su psicosis abre y cierra a cada rato. Le dije que puede cerrar ese agujero mental, porque aún no ha muerto el poder de su propia Mente y su pensamiento , que es capaz de deshacer ese “daño”, cualquiera, tanto ese antiguo que vio en la selva y el nuevo que aun no ha visto, el le tiraron a él y a todos en la selva de cemento de España y del mundo. Le dije que el “newen” o el poder de su Ser, de su Espíritu, es muy grande, más grande que el de cualquier brujo amazónico, más grande que cualquier demonio chico, sea el virus que sea, biológico o esos de sugestión por el miedo, esos que las noticias y las redes sociales seguirán sembrando en las almas.
¿Dónde estuvieron mis puntos de fuga energética este año que recién pasó? ¿Qué me envenenó este año? Te propongo identificar el principal run run mental, lo que dentro de mi cabeza ocupó mucho tiempo este año. Y hazlo en tu Cuaderno personal, pues la escritura es un sistema de alerta temprana, que mientras más pronto tengamos claros por donde se ubican -a veces agazapados- nuestros boquetes de pérdida de energía, esos agujeros negros del bote vital, más rápido recuperaremos nuestra fuerza de manejo del poder interior. Si yo no identifico mis monstruos, estos no me van a soltar. Pero primero, para que no se rebelen en una alerta aún más agresiva, es preciso mirar compasivamente a tus monstruos.
Una forma para ello es escribiéndoles una carta. Pero ¿qué poner en ella? Te sugiero que partas preguntándole: “Oye flor marchita de mi depresión, oye soledad, oye psicosis, etc. ¿Qué quieres decirme con este dolor, qué mensaje me viniste a entregar? Si yo lo identifico, te aseguro, esa flor marchita, ese dolor o ese “mal que nos hicieron” (que me hice yo mismo, agrandándolo por mi sistema de creencias) va empezar a batirse en retirada, pues queda resuelto el motivo de su aparición: darnos cuenta que por causa de esa intensa creencia que uno cultivó fuimos incapaces de hacernos valer o de pedir lo que necesitábamos, darnos cuenta acaso de un inconsciente deseo de castigo y que por eso apareció la culpa en nosotros, etc.
En un párrafo siguiente, sugiero redactar una negociación escrita con tus monstruos. Luego de hacerle ver tus intereses superiores, invítalos a irse. Y decirles: “Reconozco que viniste a mi para tal cosa…”, “Tu presencia en mi vino para …”, “Ya me doy cuenta porque …por tanto, te invito a salir”. Al finalizar la carta, es preciso tomar otro tono, uno más enérgico para ordenarle con todo imperio que su lugar es otro. La manera de empezar a sacarse esos “wekufe” (males) chicos -que agrandamos con creencias instaladas como “verdad”- es expulsarlos con propia letra, escribiendo nuestra total liberación en un papel. Luego, ese papel hecho bola, humedecerlo con la propia orina pensando que nuestro Newen espiritual, orina y deshace esa creencia, la que ahora se va del cuerpo para nunca más volver. Llevar ese paquetito envuelto en alguna cajita de cualquier remedio [o con el papel de cualquier receta pandémica) que estés tomando, y entiérralo cerca de un basural, lejos de casa.
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