Chile, potencia petrolera

Hace unos días, las agencias de noticias del mundo y los medios de comunicación tradicionales del país informaron que Rusia halló una enorme reserva de petróleo en zona de la Antártica, área reclamada por Argentina, Reino Unido y Chile, justo en estos tiempos cuando el “Gigante del Este” enfrenta una guerra y despliega expediciones por este lado del mundo en busca de yacimientos petroleros y gasíferos.

De acuerdo a una serie de investigaciones de la agencia de noticias sudafricana Daily Maverick, estas reservas del llamado oro negro, descubiertas en una zona protegida por el Tratado Antártico de 1959, donde sólo se pueden realizar dos actividades económicas: la pesca y el turismo, deberían encender las alarmas en nuestro país y en el vecino, porque más allá de la renta que puede producir este yacimiento que, de acuerdo a los estudios, supera lo que equivale a aproximadamente diez veces la producción del Mar del Norte en los últimos 50 años y al doble de las reservas de Arabia Saudita, los impactos medioambientales y políticos para la región no serían menores.

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Para muchos, esto simplemente representa una noticia más de las cientos que se generan en el mundo o podría tratarse de un ensayo para conocer las voces de las cancillerías involucradas, e incluso, un experimento social gestionado desde Moscú.

Lo cierto, sin ser analista político ni internacionalista, tal vez este tema sea abordado en la próxima reunión anual de los signatarios del Tratado Antártico, mientras otros, como Rusia, seguirán investigando, mientras nos preguntamos ¿qué hará Chile?

Los llamados “efectos colaterales” de noticias donde los titulares se pueden transformar en hechos concretos, en un futuro tal vez no muy lejano, se pueden visualizar en nuestro país, al menos tres escenarios.

El primero, si todo se mantiene dentro de los acuerdos internacionales, se quedaría en el hecho de una investigación con elevada evidencia científica que, hasta el año 2048, no debería sufrir mayor cambio. El segundo escenario, la devastación del continente blanco, si alguno de los miembros con características de potencia decide desligarse del Tratado Antártico y el tercero pudiera ser una causa para el bienestar del mundo liderada por Argentina y Chile.

De los tres escenarios vistos desde una visión extremadamente microscópica, el mejor para la mayoría parece ser el primero, pero si lo evaluamos desde la utopía de que Chile se transforme en una potencia petrolera, la historia del país pudiera ser otra en menos de 2 décadas, ejemplos tenemos de sobra en el continente y con ello los desafíos serían otros, donde indudablemente las instituciones de educación superior tendríamos que formar en áreas de hidrocarburos y gas, rubros para nada tradicionales en estas tierras australes.

Por ahora, aunque como dijo el periodista británico Charles Prestwich Scott, “los hechos son sagrados y la opinión es libre”, esperemos que esto sólo sea un tema para soñar y que no se transforme en la pesadilla de mediados del siglo XXI.

Esta sección es un espacio abierto, por lo que las opiniones vertidas aquí pertenecen exclusivamente a su autor y no necesariamente representan una mirada editorial.

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