El amor parece ser la esencia misma de la vida, el astro sobre el cual giran el resto de las emociones, la sangre que alimenta nuestra existencia. Sobre el amor se ha escrito tanto y en su nombre se ha hecho casi de todo. Se ha intentado inmortalizarlo en las distintas expresiones del arte y para muchos lograrlo es la verdadera misión en la vida. Quien lo alcanza parece beber del anhelado y buscado elixir de la vida porque su presencia es imposible de ocultar.
El amor, bajo una gran lupa, puede ser visto en pocos afortunados. En otra muta, se transforma, se consolida, pero dentro de los múltiples espacios donde se presenta el sentimiento que es capaz de todo, está el amor único y exclusivo que se da entre una nieta y una abuela, y viceversa.
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Este amor que muchas veces se da entre quien apenas comienza la vida y en quien, tal vez, biológicamente está más cerca de la despedida, se transforma en un lazo que va mucho más allá de los tiempos, que se ancla en sabores y olores, en momento, en complicidades, en regaloneos, en acciones a escondidas de los padres, que se levanta en torno a una complicidad que se construyen entre risas y miradas de alegrías.
Esta relación única, parece que nace de manera simultánea en el mismo momento que se sabe que viene una nieta, nace una abuela de niña, que es distinta a la abuela del niño, sin caer en espacios de competencia.
Parece que la abuela tiene la capacidad de desdoblarse y regresar a su niña interior, recordar todo lo que vivió y esa misma mujer logra de nuevo transitar los caminos de cuando fue madre, lo que le da el derecho y la autoridad, para consentir, mimar, amar sin barreras, porque el rol de la abuela es amar, mientras que el de los padres es formar y educar.
Quienes somos abuelos, y logramos disfrutar de estos espacios entre la nieta y la abuela, nos damos cuenta de que son los verdaderos momentos que valen la pena vivir, porque el amor de dos irradia hacia todos los que formando parte de esa familia.
Sin caer en la bipolaridad, sólo pensar que muchas personas hoy jóvenes, apuestan a no tener hijos, es imposible dejar de pensar lo triste que es la vida sin nietos y para las nuevas generaciones no conocer el amor de abuelos.
Este amor bonito, el que está hecho contra toda prueba es que él hace que una abuela apenas nace la niña, tenga la capacidad de recrear casi toda la futura vida de la guagüita que apenas cabe en su regazo.
Mientras que la niña, siempre ve a su abuela en un rol eterno: es la que la mima, es la que la salva cuando la retan, es la que se convierte en chef y le prepara lo que más le gusta y cada una de esas acciones son recuerdos que se tejen con el hilo de amor más puro y con él cual se construye un manto de amor que perdura más allá de la existencia terrenal.
Que hermoso,me emocione mucho y creo que a todas las que somos abuelas nos paso lo mismo.Cuanta verdad encierran estas palabras,felicito a Don Jose Luis Franco Montaña por darse el tiempo en reflejar en unas lineas,este amor maravilloso,indestructible como es el de los abuelos.