Mucho se ha especulado respecto de una posible escalada del conflicto entre Israel y Hamás a una guerra regional en Medio Oriente tras la amenaza de Irán de responder severamente a Israel en venganza por la muerte de Ismail Haniyeh, líder político de Hamás, asesinado en Teherán, pleno corazón de Irán, luego de haber asistido a la investidura del nuevo presidente Masoud Pezeshkian de ese país; y de Fuad Shukr, quien era segundo al mando de Hezbollah y asesor militar más cercano a Nasrallah.
Al respecto, gran parte de los analistas están esperando a que eso ocurra para determinar qué posibilidades hay de que el conflicto escale a una guerra total a nivel regional, sin embargo, podemos sostener que la guerra entre Israel y Hamás desencadenada tras los atentados terroristas del 7 de octubre, ya ha adquirido una dimensión regional si consideramos el involucramiento directo de actores regionales estatales y no estatales como es el caso de la República Islámica de Irán que recordemos el pasado 13 de abril invadió –por primera vez desde su fundación en 1979– territorio israelí lanzando más de trescientos drones, cohetes y misiles balísticos; y la participación directa de sus milicias, entre las cuales destacan –además de Hamás– Hezbollah en el sur del Líbano, que no ha cesado de efectuar ataques en el norte de Israel desde el inicio de la guerra, provocando graves incendios forestales y el desplazamiento de entre aproximadamente ochenta a cien mil ciudadanos israelíes; los hutíes en Yemen, que con sus continuos ataques a barcos mercantes en el mar Rojo, han vulnerado la seguridad marítima, el comercio mundial y el derecho a la libre navegación de los mares.
Es preciso también mencionar, que el 19 de julio este grupo lanzó su primer ataque letal en territorio israelí tras lanzar un misil balístico y cuatro drones de fabricación iraní, de los cuales, sólo un dron logró impactar en Tel Aviv, causando la muerte de un civil y dejando otros heridos. En respuesta, el Estado de Israel bombardeó el puerto de Hodeida en Yemen. Y, por último, debemos señalar a las milicias proiraníes en Siria e Irak, como es el caso de la Resistencia Islámica de Irak que en noviembre de 2023 atacó bases estadounidenses en Siria y recientemente lo hicieron con posiciones estadounidenses en Irak. En general, desde el estallido de la guerra en Gaza, han reivindicado más de ciento cincuenta ataques contra posiciones estadounidenses en Irak y Siria.
En efecto, en medio de la espera y gran expectación que hay en el mundo por la incierta agresión iraní, Israel llevó a cabo este nueve de agosto una serie de ataques aéreos coordinados contra posiciones en el sur del Líbano. Los primeros informes señalaron que las explosiones se concentraron alrededor de la ciudad de Tyre. En paralelo, se registraron múltiples explosiones en Siria en el aeropuerto de Shayrat en Homs; y la coalición estadounidense británica lanzó ataques aéreos contra las posiciones de las milicias hutíes en el área de Al-Dhabrah y ataques adicionales en el Monte Al-Milh en el noroeste de Al Hudaydah en Yemen.
Si consideramos estos antecedentes a la luz de una política más realista, y en definitiva, estrictamente hablando, podemos aseverar que la guerra regional ya ha iniciado. Y frente a este escenario, las preguntas que debemos hacernos son, en primer lugar, si este conflicto regional podrá ser contenido a pesar de los continuos escalamientos que se observan, y en segundo lugar –si aquello no es posible– qué magnitud puede alcanzar reconociendo los riesgos evidentes de llegar a una dimensión mundial.
Las declaraciones efectuadas por el presidente Erdogan, por ejemplo, respecto de una posible invasión del Estado de Israel y también de Corea del Norte señalando que está en alianza estratégica con Irán, y que lo ayudará, se orientan en esta dirección. En este plano, Rusia también tiene un rol muy importante por cuanto es un actor central que podría contener la belicosidad de Irán y sus aliados (al menos, algo de esto se ha reflejado en las declaraciones que efectuó hace unos días atrás pidiendo a Irán moderación en su respuesta contra Israel).
En suma, estamos ya ante una guerra regional librándose simultáneamente en múltiples frentes y, por lo pronto, la respuesta iraní lejos de iniciarla sólo nos permitirá estimar en qué medida puede agudizarla.