El desempleo en Ñuble no cede

Como integrante del sistema educacional y residente de la región de Ñuble, me inquieta profundamente la alarmante tasa de desempleo que enfrentamos, la más alta de Chile con un 11,3% entre junio y agosto de 2024. Este dato no solo refleja una crisis económica, sino también una fractura histórica entre el sistema educativo y el mercado laboral, que no hemos logrado superar.

A lo largo de los años, hemos visto cómo Ñuble ha sido golpeada por dificultades económicas recurrentes, desde el terremoto de 2010 hasta la pandemia en 2020. Sin embargo, en este 2024, nos encontramos en un punto crítico: 26.480 personas desocupadas, la mayor cifra registrada en nuestra región. Más que un número, esto representa vidas en pausa, familias en apuros y una comunidad que pierde talento cada día.

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Uno de los factores que más preocupa es que a pesar de los múltiples y constantes esfuerzos que se hacen en el sector educativo, se hace evidente la desconexión que existe entre la formación académica y las oportunidades de empleo. La educación debe ser un motor para el desarrollo, pero si los jóvenes que formamos no encuentran un empleo digno al salir de las aulas, esa educación pierde gran parte de su valor. Aquí es donde radica el verdadero desafío: necesitamos una simbiosis efectiva entre la educación y el empleo.

En otros momentos se ha dicho que formar a nuestros jóvenes en áreas esenciales como la agroindustria y la tecnología aplicada a la agricultura puede ser la solución para reducir el desempleo y abrir nuevas oportunidades laborales. Asimismo, sectores como el turismo y las energías renovables requieren una atención directa en nuestra región.

Además, la colaboración entre instituciones educativas, empresas y el Gobierno es esencial, si realmente la misión es revertir esta realidad. La inversión en capacitación y formación continua puede ser una herramienta poderosa para que los trabajadores se adapten a las nuevas exigencias del mercado. Las ferias laborales y los programas de intermediación, si bien son útiles, no pueden ser la única respuesta. Debemos crear vínculos más estrechos y dinámicos que garanticen que la educación entregue las herramientas necesarias para acceder a empleos de calidad.

Es preocupante ver que sectores como la salud, la educación y la construcción han sido los más golpeados, mientras que la informalidad laboral sigue en aumento, alcanzando el 34,3%. Esto no solo expone a más personas a la vulnerabilidad económica, sino que también revela una precariedad laboral que no podemos seguir ignorando.

Ñuble tiene el potencial para superar este ciclo de desempleo, pero necesitamos una visión estratégica que conecte de manera efectiva la educación y el empleo. De no hacerlo, seguiremos perdiendo talentos, oportunidades y, lo que es más grave, el futuro y el presente de nuestra región.

Esta sección es un espacio abierto, por lo que las opiniones vertidas aquí pertenecen exclusivamente a su autor y no necesariamente representan una mirada editorial.

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