Desde la visión de quien tiene bajo sus responsabilidades a un buen número de personas, veo diariamente cómo el trabajo constante y la búsqueda de excelencia nos llevan a enfrentar desafíos, pero también a ignorar una necesidad vital: el descanso. Por estos días, es casi vital, reflexionar sobre la importancia de las vacaciones, no solo como un derecho legal, sino como una herramienta clave para nuestra salud física y mental.
Un reciente artículo publicado por Emol arroja datos preocupantes: el 47% de los trabajadores chilenos siente que sus niveles de estrés han aumentado en el último año, y el 38% considera que su carga laboral supera lo que puede manejar. Estas cifras son un reflejo de una problemática que nos afecta a todos: el síndrome de burnout, que ya no distingue sectores ni niveles jerárquicos.
Las vacaciones no son un lujo ni un capricho, son un derecho fundamental reconocido en la legislación chilena y un componente esencial del equilibrio entre vida personal y profesional. Sin embargo, en nuestra cultura laboral persiste la idea de que tomar vacaciones puede interpretarse como una falta de compromiso. Este pensamiento no solo es erróneo, sino dañino.
Descansar nos permite recargar energías, reducir el estrés y renovar nuestra perspectiva. Las investigaciones demuestran que quienes toman vacaciones regresan al trabajo con mayor creatividad, mejor capacidad de resolución de problemas y un ánimo renovado. En el caso de Ñuble, donde muchos trabajadores están vinculados al sector silvoagropecuario y de servicios, las demandas físicas y emocionales pueden generar agotamiento extremo si no se toma el descanso adecuado.
El mismo informe de Emol señala que un 43% de los empleados encuestados tiene dificultades para desconectarse del trabajo, incluso durante sus tiempos libres. En este contexto, hago un llamado a los empleadores para que fomenten activamente el uso de las vacaciones, promoviendo una cultura que valore y respete el derecho al descanso. Este simple gesto puede generar impactos positivos a nivel individual y colectivo, mejorando la calidad de vida y aumentando la productividad a largo plazo.
Asimismo, invito a los trabajadores a hacer valer este derecho sin culpa ni temor. Las vacaciones son una inversión en uno mismo, en nuestra salud y en nuestra capacidad de enfrentar los desafíos cotidianos. Planifiquemos actividades que nos desconecten de la rutina, disfrutemos del tiempo con nuestras familias, y exploremos los hermosos paisajes y experiencias que nos ofrece el mundo.
Construir una sociedad más saludable y equilibrada es tarea de todos. Como líderes y habitantes de este planeta, tenemos la responsabilidad de promover el descanso como base para el bienestar. Recordemos: trabajar con pasión es importante, pero hacerlo sin descanso nos aleja de lo esencial. Aprovechemos nuestras vacaciones con el compromiso de volver renovados y con una perspectiva fresca para afrontar los retos del día a día.