Se dice que «una mentira puede viajar por medio mundo mientras la verdad todavía se está poniendo los zapatos».
Recientemente el «respetado» medio The New York Times cayó en la trampa de difundir información falsa sobre la situación en Gaza. Al respecto, emitieron una disculpa pública admitiendo que usaron la imagen de un niño gravemente enfermo como foto de portada, para que la situación se graficara de la peor forma posible. La verdad del asunto, es que el menor identificado como Mohammed Zakaria al-Mutawaq, no se muere de hambre debido a la guerra sino que padece parálisis cerebral y otras afecciones de salud que causan su desnutrición no relacionadas con la guerra y nadie en su redacción pensó siquiera en desafiar una imagen enviada desde Gaza.
Pues bien, ésta -y otras fotos- fueron tomadas por Ahmed Jihad Ibrahim Al-Arini, un fotoperiodista que trabaja para el medio estatal turco Anadolu a fin de sugerir que Israel está matando de hambre a los niños en Gaza. La foto, ya desmentida, fue ampliamente compartida también por los principales medios de comunicación The Guardian, NBC News, BBC, DailyExpress, entre otros. Y al igual, como ocurrió con el New York Times, ninguno de ellos se molestó en verificar el contexto antes de publicar, así como tampoco ninguno parece interesado en corregir la narrativa ahora.
Pero eso no es todo, a pocas semanas de la guerra en Gaza, iniciada el 7 de octubre de 2023 en respuesta a la horrible masacre perpetrada por Hamás, los israelíes se enteraban por todos los principales medios de comunicación occidentales de que ¡acababan de bombardear un hospital matando a cientos de personas! El hospital Al-Ahli ocupó las portadas de todo el mundo, con un titular del New York Times que informaba de “al menos 500 muertos”. En consecuencia, estallaron furiosas protestas en el mundo y una turba incendió una sinagoga en Túnez. Resulta que la historia era absolutamente falsa: un cohete palestino fallido había caído cerca del hospital, que estaba intacto.
En otra oportunidad, nuevamente, el mismo medio en cuestión era protagonista de otro episodio de desinformación: Tuvia Grossman, nunca imaginó que terminaría siendo portada en el New York Times, ni mucho menos pensó que lo describieran como un palestino golpeado por la policía israelí, cuando en realidad era un judío estadounidense golpeado por nacionalistas palestinos en Jerusalén Este. Desde luego, ya nos podemos imaginar lo que sigue, The New York Times tuvo que disculparse por difundir información falsa, pero el daño ya estaba hecho: se quería mostrar al mundo a un policía israelí golpeando a palestinos indefensos e inocentes, cuando el trasfondo de lo que ocurría, era que un policía israelí estaba rescatando a Tuvia Grossman de la violencia palestina.
Y así, del mismo modo ha ocurrido con muchos otros niños que han sido utilizados egoístamente con fines propagandísticos como el ya conocido caso de Sila Barbakh, de 11 meses, quien no se muere de hambre en Gaza, sino que sufre de una enfermedad gastrointestinal crónica preexistente, no relacionada con la guerra.
Estos escandalosos hechos se suman a una serie de otras falsas noticias que han salido a la luz, como por ejemplo, la ocasión en que se utilizó nuevamente una fotografía para «evidenciar» al mundo la situación humanitaria de Gaza, mediante la imagen de mujer de aspecto sufriente y claramente aterrada que figura junto a otras. Cuando la verdad es que la foto, documentada y verificada, fue tomada en 2014 y corresponde a una mujer yazidí, que junto a las demás que le rodean en la imagen, fueron secuestradas, vendidas y esclavizadas sexualmente por ISI en Irak, una verdadera tragedia.
También ya se ha dado a conocer el montaje escenográfico que se ha construido para sacar fotos actuadas con niños, para enviarlas a los medios de comunicación occidentales con el propósito de mantener y fortalecer la propaganda de hambre en Gaza. Esto documentado en fotografías cuyas imágenes, a aun mayor plano, muestran a personas sonriendo en medio de las “tomas de sufrimiento” del resto.
Ya todo es muy confuso, imágenes de niños hambrientos en brazos de sus madres “bien alimentadas”, adultos -civiles y militantes- que se observan entre la población hasta con sobrepeso, crecimiento positivo de la población en medio de un supuesto genocidio. Sirios, sudaneses y yemeníes que murieron hace diez años, volviendo a la vida una y otra vez, solo para volver a morir reiteradamente en Gaza y una misma persona reportada muerta por ataques aéreos israelíes en veinte ocasiones diferentes.
Hace un tiempo atrás también la BBC debió reconocer públicamente que las cifras de muertes anunciadas en una ocasión determinada no eran correctas, tratando de enmendar rápidamente su error. Y cómo no dejar de mencionar sus disculpas públicas por los «graves errores” en los que incurrió al difundir un documental sobre la vida de los menores en Gaza, luego de confirmar que el protagonista de la obra es hijo de un alto cargo del grupo Hamás. En consecuencia el documental titulado «Gaza: Cómo sobrevivir a una zona de guerra», fue retirado de su plataforma digital.
Ante los hechos expuestos, y si realmente la situación en Gaza es tan crítica que ha conllevado a una hambruna generalizada como se afirma, la pregunta que cabe hacernos es: ¿Es tan difícil obtener fotos reales que den cuenta al mundo de esta tragedia humanitaria sin que sea necesario recurrir al engaño y fotos falsas? y, por supuesto, que incluyan a todos los habitantes, y no solo niños -en coherencia con el relato propagado- ya que las imágenes difundidas no lo confirman.
Lo cierto es que, todos los «hechos» que se afirman como «verdad» y que luego se reproducen masivamente en los medios de comunicación de todo el mundo provienen de la prensa de Hamás y de Al-Jazeera, que si bien, están efectivamente «sobre el terreno» en Gaza, no son fuentes creíbles de información. Hamas es una organización terrorista designada que está en guerra con Israel, y Al-Jazeera es un aparato de medios de comunicación estatal conocido por blanquear la imagen de grupos islamistas y yihadistas al servicio de la agenda geopolítica de Qatar.
Así pues, debemos tener mucho cuidado con la propaganda mediática en medio de una guerra ideológica y de desinformación global que enfrentamos.
Nadie niega que la guerra trae consigo padecimientos horribles que nadie quisiera vivir, así como tampoco nadie niega que la población civil en Gaza sufre los efectos del conflicto en curso, pero es hora de que los actores mediáticos serios se desenreden de esta red de influencia propagandística mundial y busquen hechos, no facciones.