Populismo: más que un epíteto

Muchos podrían exaltarse de terror al considerar siquiera la posibilidad de que el populismo juegue un rol importante en el proceso de cambio social y político que seguramente se dará en nuestro país, debido a que la mayoría de personas entiende al populismo como un mero epíteto, ofensa o ridiculización a cualquier acto que intenta congraciarse con los sectores populares por medio de acciones y relatos construidos sobre la base de problemáticas sociales. Sin embargo, utilizar conceptos políticos como simples términos despectivos es un fenómeno común en la discusión cotidiana e incluso en el debate académico de la actualidad, pues, por ejemplo, hoy en día el fascismo “dejó” de ser una ideología bien definida y claramente visible para transformarse en el discurso de la derecha e izquierda (y a veces del centro) para condenar la intolerancia de sus rivales.
Cuando se acusa de populismo ocurre lo mismo, es una carta bajo la manga, siempre fiel y confiable, frente a cualquier líder o movimiento político que intente fusionar la emoción de las masas y los deseos de cambio en un discurso y proyecto político determinado. Con esto no se está diciendo que el populismo vaya a ser el camino único y deseable para las transformaciones que la gran mayoría de los chilenos quiere ver con el fin de encontrar un país más justo y con mejores niveles de vida, sino que debemos tener presente que frente a cualquier despertar social y movimiento ciudadano, hay elementos populistas que son imprescindibles a la hora del cambio.
Si hacemos una pequeña revisión conceptual, podemos ver que el populismo es mucho más que una ofensa política. Por ejemplo, la politóloga argentina Flavia Freidenberg señala que un fin de la acción populista es buscar el cambio y refundación del statu quo dominante. Por otro lado, el politólogo holandés Cas Mudde dice que el populismo se trata de la idea de que un cuerpo social está separado en dos facciones, donde por un lado está “el verdadero pueblo”, y por otro, “la élite corrupta”, señalando, además, que el populismo está presente no solo en sectores extremos ideológicos, si no también en el centro político. En esta misma línea tenemos al gran teórico político Ernesto Lalcau quien sostiene que el populismo surge cuando los elementos popular-democráticos son una contraparte contra la ideología de la oposición dominante. Es más, hasta el mismo Francis Fukuyama (el teórico más popular de la democracia liberal actual) señaló que el populismo no es algo necesariamente negativo, porque para lograr cosas importantes se necesitan del apoyo de sectores populares y de líderes carismáticos.
Siendo así nos surgen interrogantes para una reflexión final; ¿será el populismo un actor clave que haga frente a la clase política?, y siguiendo el mismo camino, ¿se lograrán los cambios en favor del desarrollo y justicia por medio de elementos populistas?. En ese sentido, ¿Cuán probable sea que el próximo Presidente de Chile tenga elementos populistas? Porque si entendemos que el populismo es, entre otras cosas, un acercamiento a los sectores populares para enfrentar el statu quo dominante, tanto la Derecha Social y la Izquierda Refundacional serán populistas.

Esta sección es un espacio abierto, por lo que las opiniones vertidas aquí pertenecen exclusivamente a su autor y no necesariamente representan una mirada editorial.

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