En Chillán y otras ciudades de Chile, los gobiernos han hecho algunos esfuerzos para construir ciclovías y con ello incentivar el uso de la bicicleta, en pro de contribuir a reducir la contaminación por el uso de energías fósiles. Sin embargo, surge la interrogante de si ésta es una medida efectiva o más bien la planificación de un buen sistema de transporte público podría ser una solución más adecuada para disminuir el uso de vehículos particulares.
En el caso de la intercomuna de Chillán y Chillán Viejo, de acuerdo con un desglose entregado en agosto de 2023 por la Secretaría de Planificación de Transporte, hasta ese momento existían 30.2 kilómetros construidos, 10.2 de vía con diseño terminado y obras en ejecución, 22.3 con diseño en desarrollo y 8.4 kilómetros en estudio de pre-factibilidad.
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Si bien las ciclovías abarcan varios kilómetros, su uso es mínimo, especialmente durante la temporada de lluvias. Esta situación no es exclusiva de la intercomuna. A nivel nacional, Chile cuenta con más de 2 mil kilómetros de ciclovías, según datos de la Corporación Ciudades, mientras que a nivel mundial ciudades como Ámsterdam y Copenhague son ejemplos destacados con más de 500 kilómetros de ciclovías cada una, lo que promueve un uso intensivo de bicicletas.
En tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere que, para promover un transporte sostenible, las ciudades deberían contar con al menos 1 kilómetro de ciclovía por cada 10.000 habitantes. En este contexto, Chillán, con una población de aproximadamente 200.000 habitantes según el censo del 2017, debería tener alrededor de 20 kilómetros de ciclovías bien integradas a un sistema de transporte público eficiente para lograr un impacto significativo.
A pesar de estos esfuerzos, la realidad parece reflejar que las ciclovías son subutilizadas. Un estudio realizado en 2022 reveló que solo un pequeño porcentaje de la población utiliza estas vías regularmente, y esta cifra disminuye drásticamente durante los meses de lluvia, realidades que nos hacen subraya la necesidad de reconsiderar nuestras estrategias de movilidad urbana.
Es crucial que la planificación urbana evalué soluciones integrales que beneficien a la mayoría de la población. Al enfocarse únicamente en la construcción de ciclovías, corremos el riesgo de implementar medidas que no impacten en un uso óptimo de los recursos y que no solucionan el problema principal que es la movilidad de las personas en todas las épocas del año.
Concluimos con una reflexión: siempre es importante legislar y planificar con un enfoque inclusivo y equitativo, buscando soluciones que realmente beneficien a la mayor cantidad de personas. Debemos asegurar que las decisiones tomadas no favorezcan solo a un pequeño grupo en desmedro de las necesidades de la mayoría.