Cuando me refiero a “comunas republicanas” no estoy apelando a posiciones ideológicas o partidistas (como si les estuviera invitando a ser parte del actual Partido Republicano que ha sido catalogado por sus opositores como extrema derecha, aunque los militantes dicen que son de extrema necesidad). Tampoco me estoy refiriendo al antiguo Partido Republicano chileno, un movimiento de derecha opositor al Gobierno Militar, que casi nadie conoce que existió alguna vez, ni mucho menos, usted debe pensar, en el Partido Republicano de Estados Unidos. Ahora, más de alguno puede creer que por la apropiación del término “republicano” indudablemente viene a la mente la derecha política, pero si es así, no podemos dejar de lado a los republicanos españoles de la década del 30, ligados al socialismo o izquierdas en general, que se enfrentaron a los movimientos de derecha liderados por Francisco Franco.
Lo que apelo en este apartado es a un ideal republicano que todo país bajo un régimen democrático debería tomar en cuenta para el fortalecimiento de su sistema político, para el resguardo de las libertas civiles y para el desarrollo integral de los pueblos. ¿Cuál es este ideal? El ideal de una ciudadanía activa en los asuntos públicos y políticos. Más de alguno puede creer que la ciudadanía activa es sinónimo de movilización callejera, pero lejos está de mí el pensar así, aunque no desestimo esa forma de participar en política, creo que debe hacerse sin transgredir el orden público, la moral y las buenas costumbres.
Una ciudadanía activa por otro lado, tampoco podría considerarse como una instancia que solo se relega al votar periódicamente, en donde las personas descansan en un idealismo de sabiduría y buena voluntad de los representantes. No, tampoco se trata de una apología a los que desean poder popular sin democracia, no es un visto bueno a los que proclaman vox populi vox Dei (la voz del pueblo es la voz de Dios). Simplemente creo que es necesario que tomemos un rol más activo en cuanto a la gestión que nuestras autoridades y representantes realizan. Esto no solo quiere decir que debamos votar de forma más consciente (aunque esa es una idea muy relativa y subjetiva ya que cualquier acto político es “consciente”) sino que, principalmente, votemos de manera informada, sobre todo informándonos del proceso de gestión nacional y sobre todo local, que es donde recaen finalmente los recursos de una nación.
Es verdad que hay un ente fiscalizador en toda comuna que son los concejales, cuyo trabajo es una labor muy importante y necesaria que proviene de un sentido republicano, sin embargo, como ciudadanos no debemos descansar plenamente en lo que puedan hacer ellos, porque hasta los representantes necesitan fiscalizadores y la gestión municipal requiere no solo de la evaluación popular (en el sentido de si a las personas les gustó o no lo que un gobierno local hace), sino también de una ciudadanía informada (de ahí la gran importancia de la prensa y las plataformas virtuales), de foros y debates locales, para que los ciudadanos no nos quedémos solo con las cuentas públicas (aunque son una excelente herramienta), sino también de la correcta aplicación de instancias de participación ciudadana que están garantizadas por ley, y sobre todo, de la generación de una cultura política que nos lleve ha pensar más allá de los intereses egoístas hacia una manera de pensar la política como una vida comunitaria.