La reciente semana conmemoramos un nuevo aniversario desde la fundación de la villa de San Carlos de Itihue, allá por el 1800. Han sido 220 años de historia y progreso, no continuo pero existente, que han transformado a la pequeña villa de ciento ochenta vecinos del siglo XIX en la segunda ciudad más poblada de Ñuble, con más de 20 mil habitantes solo en el núcleo urbano y un total de 53 mil personas en todo el territorio comunal.
La ciudad, fundada por el gobernador de Chile, el español Joaquín del Pino Sánchez (que en San Carlos apellidamos Rozas y Negrete por la inexistencia de una buena bibliografía fundacional) hoy tiene a su cabeza uno de los más grandes desafíos: progresar, crecer y salir de la situación actual, en donde muchos postulan, existe un estancamiento social desde hace más de una década.
En las ciudades como San Carlos, que no son grandes metrópolis pero si nucleos urbanos establecidos, las municipalidades deben llevar la batuta en cuanto al desarrollo político, social, cultural, educacional y urbano. Los municipios son la casa madre, el motor de arranque del desarrollo; son responsables de guiar a sus ciudadanos hacia un futuro mejor. Si hoy las ciudades de Chile son lo que son es, fundamentalmente, gracias a las Municipalidades, y si hoy San Carlos es lo que es, se lo debemos a las últimas administraciones.
Por estos días, cuando conmemoramos el cumpleaños de todas las sancarlinas y sancarlinos, La Fontana le invita pensar, a dialogar y a hablar. Justamente, el periódico realizó un conversatorio digital llamado “Hablemos De San Carlos”, que era eso: una invitación, por más cotidiana que parezca, a hablar de la ciudad. Hablar de lo que somos, de lo que fuimos y lo que queremos ser. A tener una proyección, a evaluar de manera crítica el panorama actual. A hablar sobre lo hermoso de sus parajes, la historia de sus lugares y sus personajes; sus artistas, su música, las actividades en sociedad y la enorme gestión que día a día realizan organizaciones vecinales para salir adelante.
Pero también a hablar de las calles estrechas, las veredas sucias y en mal estado, los lugares abiertos en abandono y los barrios históricos que se desarman casa por casa. A hablar de que en esta tierra, que se jacta de ser la cuna de Violeta Parra y los Ángeles Negros han venido orquestas y músicos de renombre y el Centro Cultural ha estado casi vacío. A mencionar que los jóvenes se van de nuestra tierra y no vuelven más. A conversar sobre el comercio local, pero el comercio local auténtico: ese que baja sus cortinas para no abrir nunca más y es remplazado por una importadora asiática,
A ser concientes de que hay mapas en los que no aparecemos y cada vez que decimos ser de San Carlos debemos especificar la región en la que vivimos para poder identificarnos entre otras ciudades del país. A analizar la pobre agenda municipal que para las efemérides pone una corona de flores en las estatuas poco cuidadas de la Plaza de armas, saca un par de fotografías y “sería todo”.
A hablar también de la falta de respeto y ausencia de responsabilidad cívica que significa que nuestra casa municipal haya realizado una publicación en conmemoración de los 120 años de existencia de San Carlos, tirando por la borda un siglo de historia. Sí, probablemente fue un error de tipeo; para muchos fue “un simple detalle” que nos da a entender que todas las personas se equivocan. Pero esta vez se equivocó la institución mas importante de la comuna: la Municipalidad, que cuenta con decenas de funcionarios, y, como todas, debe tener un equipo comunicacional sumamente prolijo, porque está comunicando a sus ciudadanos. Es justamente, ese detalle, que se transforma en un símbolo y una lamentable radiografía de la situación actual.
Pero seamos positivos, tenemos la oportunidad de cambiarlo, tenemos la responsabilidad de cambiar el panorama. ¿Cómo hacerlo? Conociendo quienes somos, generando una arraigada identidad y haciendo las cosas bien. Aún hay patria, sancarlinos: tenemos en nuestras manos un poder único: el de la ciudadanía, que no solo se debe ejercer en momentos electorales sino que debe ser ejercido cada día del año. El poder de la ciudadanía son las ideas, los ojos críticos y las manos dispuestas a cambiar el escenario actual, después de todo, sin ciudadanía no existiría ni una sola ciudad en esta tierra.