Hace algunas semanas, Chile vivió un hecho histórico para el sistema previsional nacional: por primera vez desde la creación de las AFPs (Administradoras privadas de Fondos de Pensiones) los ciudadanos pudieron retirar un porcentaje importante de sus ahorros, argumentado en la necesidad imperiosa de tener capital en una época donde el COVID-19 tiene a la economía nacional estancada y a la billetera de muchos hogares semi o totalmente vacía. Los canales de televisión informaban en sus noticieros que uno de los requisitos para realizar el retiro del histórico 10% -que en realidad pudo ser más o menos que esa cifra, dependiendo del monto de su fondo personal- era tener su clave de acceso digital, mediante la cual los usuarios pueden monitorear como sus fondos han subido o bajado a través del sitio web de su AFP. Gran parte de la población, sobre todo los adultos mayores y analfabetos digitales -personas que no saben utilizar las herramientas digitales como el computador, celular o internet- no poseía esta clave, y la solicitó, justamente, para retirar su 10%. Este hecho develó una realidad lamentable: los chilenos no estamos educados financieramente y ni siquiera sabemos lo que sucede mes a mes con nuestros fondos previsionales.
La educación es fundamental; “es la herramienta para salir de la pobreza”, como señala Víctor Toro en la página 9 de la presente edición. Es importantísimo que la ciudadanía esté informada y educada, sobre todo hoy por hoy, cuando en las redes sociales abundan las informaciones erróneas y las fake news -que es un anglicismo para denominar a las “noticias falsas”-. Casos como la desinformación respecto a las AFPs, son solo un ejemplo. Hoy en medio de una pandemia global, las autoridades siguen reportando brotes de Coronavirus gracias a la irresponsabilidad de ciudadanos mal informados o, simplemente, irresponsables. Cultos evangélicos en estrechos ambientes, partidos de futbol clandestinos y, últimamente, fondas no autorizadas, son ejemplo de la falta de educación sanitaria que posee nuestra población. El Ministerio de Salud ha inyectado enormes recursos en educar frente al COVID-19, pero no han sido suficientes.
El 25 de octubre tendremos el primer plebiscito para hacer una nueva Constitución en toda nuestra historia republicana, y en ese camino también afloran mitos, demostrando que la población está desinformada, no conoce su historia, y las pocas iniciativas por difundirla y educar al ciudadano, son tildadas de activismo político o desinformación. Estos hechos, evidencian la falta de una educación transversal: que parte desde la casa y se rudimenta en pre-básica, se trabaja en básica y se exporta en la enseñanza media. Mientras el Estado no se asegure de que en Chile se imparta una educación cívica, histórica, sanitaria y financiera, seguiremos siendo los mismos, con o sin nueva Constitución.