SEÑOR DIRECTOR:
Era el orgullo de una familia quirihuana, un joven bueno, esforzado y trabajador. Tristemente este fin de semana, y según la información aportada por Carabineros, D.M.F de 23 años, se habría quitado la vida al interior de La Moneda, lugar donde trabajaba como parte de la Guardia de Palacio.
Si bien se desconocen los motivos que habrían llevado a este joven a tomar esa decisión, es imposible que esta situación no nos lleve a reflexionar sobre cómo el acoso laboral, el hostigamiento y el maltrato pueden destruir por completo a una persona.
En enero de este año, el suicidio de una funcionaria del Ministerio de Hacienda también nos enfrentó a esta dolorosa realidad, y es que el bienestar emocional en el trabajo sigue siendo una deuda pendiente en nuestro país.
Estos casos no solo dejan en evidencia el impacto del hostigamiento, sino que también recalcan la responsabilidad que tienen los empleadores de generar entornos respetuosos y seguros, basados en priorizar y valorar a cada persona.
El acoso laboral es un tema que, a pesar de ser (lamentablemente) tan común en los ambientes de trabajo, sigue siendo un tema tabú, que a menudo se minimiza, se niega o se silencia, principalmente por miedo a represalias y/o a perder la fuente laboral que hoy en día es tan escasa. Además, el hostigamiento no solo se limita a insultos o humillaciones directas, ya que también puede manifestarse de otras formas: exclusión social, distribución de tareas injustas, amenazas veladas, manipulación emocional, acoso sexual, entre muchas otras.
Según el Instituto de Seguridad Laboral, el impacto de estas prácticas va mucho más allá de las paredes de la oficina. Este maltrato afecta la salud mental y física de los trabajadores, deteriorando su autoestima, su bienestar emocional y su equilibrio psicológico en todos los ámbitos de su vida, social y familiar.
En mi rol como Trabajadora Social, fui testigo muchas veces de esta situación. Trabajadores que me contaban como su calidad de vida y bienestar se iba deteriorando a medida que la presión se intensificaba, el aislamiento, esa sensación de que no hay oportunidad de salir de ese círculo vicioso, y muchas veces el pensamiento suicida empezaba a tomar forma en esa desesperación.
Por otra parte, en mi rol como concejala, desde que asumimos el 6 de diciembre de 2024, he planteado este tema en las sesiones de concejo y lo seguiré haciendo, ya que, tanto las municipalidades, como otros estamentos públicos y privados, deben tomar conciencia de la gravedad de este problema. Las organizaciones deben implementar políticas claras contra el acoso laboral, fomentar un ambiente de trabajo respetuoso, brindar apoyo psicológico a los empleados y tomar cartas en el asunto cuando son testigos de hostigamiento y maltrato.
No debemos olvidar nunca que detrás de cada número en las estadísticas de suicidio por acoso, detrás de cada tragedia, había una vida humana que merecía mucho más.
Carolina Chávez
Concejala de Chillán