Sobre las madres hay cientos de escritos y ensayos, estudios e investigaciones que revelan desde que la inteligencia de las personas viene determinada por el ADN de la madre hasta teorías que postulan y que aún están en estudio que la personalidad viene también marcada por la mujer a la que por genética y por rol social llamamos mamá.
La madre, sin caer en totalitarismos, en la mayoría de los países del mundo, sobre todo en este lado del planeta es la que históricamente ha defendido la vida, la que guarda para tiempos de escasez, la que administra, la que tiene una solución a los problemas que enfrentan así los hagan sin la certeza de los resultados, pero con la convicción que ese es el mejor camino ante una determinada circunstancia.
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Ser madre, sin caer en romanticismo, es un rol que ha evolucionado a la par de la sociedad, por años, la labor de la madre se limitó al gran desafió social de formar ciudadanos para la vida y para dar continuidad a los contratos sociales, este rol en las últimas décadas ha dado un vuelco de 180 grados, donde la mujer ha decido hacerse presente en distintos escenarios, sin social ni biológicamente dejar de ser madre, porque en ella recae el resguardo de la especie humana.
Para la mujer en todos los tiempos ha sido un desafío ser madre, nunca ha sido menor, sólo se han multiplicado las funciones y labores de la persona que decide asumir el rol más difícil de la sociedad, y a veces este rol lo adjudicamos tanto a la que gesta la vida como a la que cría, pero la mayoría de las veces este rol se funde en una sola persona.
Ser mamá es el mayor desafío de la vida y casi siempre es hasta el último momento que se tenga aliento de vida, no es una responsabilidad que se pude dejar de lado, entregarla a otra persona o dejarla en custodia, aunque por estos días las nuevas generaciones de mujeres están dispuestas a postergar e inclusive a nunca ser madres por el hecho de tener que sacrificar su propia vida, y a veces hasta sus sueños en pro de otra persona, precio que no están dispuestas a pagar.
Ser madre no es la historia rosa de vestir, bañar y alimentar a uno nuevo ser, es la responsabilidad más grande de la vida, donde las equivocaciones o aciertos son reflejadas en un ser humano o en varios, donde el ensayo y error a veces permite perfeccionar las decisiones y otras veces no.
En estos días, cuando Latinoamérica celebra el Día de las Madres, recordamos que es la segunda fecha con más movimiento comercial después de Navidad. Esto nos recuerda que la madre es la vida, es la tierra, es el presente y el futuro. Es un rol que demanda atención las 24 horas del día, sin derecho a descanso ni feriados y que perdura mientras exista la vida de un hijo o hija.