Recientemente cientos de jóvenes de nuestro país rindieron la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), un hito que marca el cierre de su etapa en la educación media y abre las puertas hacia la educación superior. Este proceso, que evalúa los conocimientos adquiridos durante años de formación escolar, es mucho más que un trámite académico: representa el inicio de un camino que cada estudiante trazará según sus intereses, habilidades y aspiraciones.
Chile, con su robusta oferta educativa, brinda múltiples opciones para continuar aprendiendo y creciendo. Desde las carreras técnicas hasta las universitarias, cada una cumple un rol fundamental en el desarrollo de las regiones y del país. Técnicos, profesionales y universitarios aportan, desde sus respectivos ámbitos, al engranaje que impulsa a Chile hacia el progreso. Es necesario destacar que cada uno de estos caminos es igualmente valioso y necesario para construir una sociedad equilibrada y sostenible.
Sin embargo, resulta crucial entender que la PAES es tan solo un instrumento de medición, una referencia cuantitativa que no define, ni debe limitar, el potencial de una persona. Más allá de esta prueba, están las habilidades y destrezas que cada individuo posee, las cuales, al combinarse con conocimientos sólidos, permiten construir un futuro profesional lleno de significado y satisfacción.
En este sentido, el éxito profesional no radica únicamente en los puntajes obtenidos, sino en la capacidad de cada persona para desarrollar su vocación y poner en práctica sus talentos. En el mundo laboral, habilidades como la creatividad, la adaptabilidad y la comunicación son tan importantes como los contenidos aprendidos.
Al mirar hacia el futuro, es fundamental que cada joven vea en la educación superior una oportunidad para crecer y disfrutar. Porque cuando el conocimiento se entrelaza con la pasión y el talento, la vida profesional deja de ser una obligación y se convierte en un espacio de realización personal, donde el trabajo no es una "camisa de fuerza", sino una fuente constante de aprendizaje, gozo y crecimiento.
Como sociedad, nuestro deber es apoyar a estos jóvenes, recordándoles que no están definidos por una prueba, sino por el esfuerzo, las metas que se trazan y la capacidad de transformar sus habilidades en herramientas para el cambio. Cada camino que elijan será una contribución al país, y cada logro será una celebración del potencial humano.