Históricamente este territorio ha dado alimento a las grandes potencias. Por ejemplo, para la fiebre del oro en el siglo XIX se deforestó y se plantó trigo en cada valle y cerro de la región, dando suministro a los diferentes sectores mineros del continente americano, lo que trajo consigo un deterioro de la calidad del suelo, lixiviación de los nutrientes y en sectores de pendiente, el desarrollo de cárcavas y aluviones. Esto fomentó que el Estado subvencionara el control de la erosión a través de la introducción de especies arbóreas exóticas con valor comercial.
Hoy en día, el panorama no ha cambiado, sigue en aumento la expansión tanto de monocultivo forestal como frutal, principalmente para la exportación.
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Este mes fue controversia en Ñuble la presentación del Proyecto “Granja china”, que ejecutará la Federación de Productores de Fruta (Fedefruta) en la comuna de San Nicolás, fomentando la introducción de especies que no son consumidas en la zona, en terrenos dados en comodato, lo que mantiene a diferentes agrupaciones rurales en alerta, que presentaron a Contraloría cuatro requerimientos acusando presuntas irregularidades, a raíz de que esos terrenos habían sido comprometidos para un proyecto agroecológico con pequeños agricultores.
Lo cierto es que la riqueza de la dieta del chileno ha ido cambiando y está cada vez más tropicalizada: el mango, la banana, el maracuyá y las papas camote tienen su sección en la verdulería, aprendiendo de la diversidad de nacionalidades que habitan el país y dando recibimiento a quienes buscan por estas fronteras encontrar su destino.
Importante es, entonces, reconocer primero, a quién le estamos asegurando la alimentación y cuáles son los costos socioambientales que trae consigo.
Como recomendaciones les dejo el Documental “El aguacate – El lado oscuro del superalimento” de DW y El Álbum “Tu grito es mi canto” de Los Amerindios.