Hoy es un día histórico. La Intendencia Regional de Ñuble y la Gobernación Provincial de Punilla cambian sus nombres: ahora son la Delegación Presidencial Regional y Provincial, respectivamente. Este cambio, producido no por una sino por varias leyes (la 20.990, 21.073 y 21.074) que crearon el cargo de Gobernador Regional, renombró a los intendentes como Delegados Presidenciales y a los gobernadores como Delegados Presidenciales Provinciales.
El nuevo nombre de la Gobernación de Punilla es más sincero: si bien el gobernador (o la gobernadora) provincial poseían ese nombre, jamás han gobernado (contrario a lo que significa, en primera instancia, esa palabra); solo eran representantes del Gobierno de turno y, por lo tanto, deben figurar políticamente y ser la cara de Sebastián Piñera en la provincia.
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Desde hoy, Pía Sandoval Manosalva es la Delegada Presidencial Provincial de Punilla, y deja su cargo como gobernadora, pero no hay más cambios que el cargo, pues las funciones son las mismas.
Estos cambios -que ponen nombres bastantes más extensos que los anteriores- no solo considera renombrar edificios, redes sociales, oficinas, folios y membretes institucionales (porque todo lo que antes decía Gobernación ahora dirá Delegación Presidencial) sino que cambia el panorama regional.
El ahora Gobernador de Ñuble, Óscar Crisóstomo (PS), deberá convivir con el Delegado Presidencial Regional, Cristóbal Jardúa, que es la cara y mano del presidente Sebastián Piñera en la región.
Si bien costó -y a parte de la ciudadanía aún le cuesta- entender qué cosas hará la nueva autoridad regional y qué cambia, además de los nombres, esta nueva etapa política en las regiones del país es un paso para avanzar en la descentralización o regionalización del Estado. Es solo un paso, aún falta mucho, y los parlamentarios ya discuten modificaciones al las funciones del cargo.
Algunos gobernadores regionales incluso han ido más allá. Rodrigo Díaz, en la vecina región del Biobío, pidió a los constituyentes y el Congreso eliminar el cargo del delegado del presidente en la región.
Chile ha sido, desde sus origenes, un país centralizado y romper el status quo cuesta, porque todas las decisiones se toman en Santiago. Estará por definirse si esta fórmula de una región bicéfala (de dos cabezas) rinde frutos; si los da, es de esperar que vengan nuevas propuestas y avances en materia de descentralización, sin reproducir las estructuras de poder que existen: Concepción no puede transformarse en un nuevo Santiago, ni Chillán en un nuevo Concepción.