Este 3 de mayo, Día Internacional de la Libertad de Prensa, conviene analizar algunas acciones cotidianas que toman lugar a diario y son cada vez más comunes.
Estamos ya acostumbrados a ver cuentas en redes sociales, sitios web e incluso radios, diarios digitales o transmisiones en directo que hablan como medios y se ven como medios… pero no son medios de comunicación. Desde un tiempo a esta fecha, sobre todo en comunas con baja población, los municipios han llegado a “suplir” esa necesidad de informar lo que pasa en sus comunas.
Se parecen, pero no son medios. No tienen auspiciadores y tampoco compiten por levantar financiamiento propio. Funcionan con presupuesto fiscal y, si el alcalde de turno así lo desea, tienen una completa parrilla de comunicadores, locutores e incluso equipo en terreno.
Tienen a su merced las cuentas en redes sociales de todos quienes han decidido seguir o darle me gusta para estar al tanto de reuniones, actividades, actos, las sesiones del Concejo Municipal o saber en qué se gasta el presupuesto comunal. Pero, de a poco, estos “pseudomedios” van abarcando y ganando terreno.
Y al final, hay comunas completas que se informan de lo que pasa en su propia zona exclusivamente por voces municipales. Ya sea del alcalde mismo, cuya agenda se cubre por completo o de quienes están bajo su administración.
Además, al tener a un “medio municipal” en el precario ecosistema financiero, donde cuesta años levantar avisaje estable o conseguir un modelo de negocios que mantenga la independencia de la prensa, el ambiente se precariza aún más.
Mientras a un medio independiente le cuesta dinero y recursos emitir treinta o cuarenta minutos al aire, a una plataforma municipal le cuesta prácticamente nada: porque el presupuesto está asegurado -a diferencia del mundo privado, donde cada semana está en vilo-.
Sí, los municipios tienen y deben tener departamentos de comunicaciones. Es más, cumplen un rol fundamental y son el nexo principal que los medios debieran tener con la administración comunal. Pero una cosa muy distinta es armar un medio de comunicación desde adentro.
Por más lindo proyecto que parezca una radio comunal o un diario con recursos municipales, desvirtúa totalmente el valor social y democrático que debe tener la prensa. La prensa está para informar lo que pasa -lo bueno y lo malo- y criticar -al que sea, donde sea-.
¿Qué crítica a la gestión comunal hará un medio financiado por el municipio?
Si los municipios realmente quieren suplir la necesidad mediática de sus poblaciones, crear “medios” no es el camino. Deben apoyar a los que existen o fomentar su creación.
Los mismos recursos que se gastan en implementar, por ejemplo, una canal digital de propiedad municipal, puede repartirse, a través de fondos o concursos públicos, en los medios que ya existen. La ley es dura con los medios formalizados, ¿no será mejor echarles una mano a que hacer competencia siendo una casa consistorial?