Y llegó el día. La ultra solicitada renuncia del ahora exministro Giorgio Jackson, amigo y fiel compañero de trayectoria a lo largo de toda la carrera del presidente Boric -pedida a punta de amenazas de acusación constitucional y fuertes declaraciones en prensa desde que estalló el primero de los casos de irregularidades en convenios estatales- llegó a puerto.
Jackson dijo adiós al Palacio La Moneda en una noche bastante tranquila -tranquila, hasta su renuncia- donde incluso el horario pareció calculado: hacerlo de noche, cuando los diarios ya cerraron ediciones y los millones de chilenos se preparan para descansar en el denominado “fin de semana XL” que incluye este lunes interferiado.
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Pero ni el calculado horario de anuncio, ni su coincidencia con el próximo feriado fueron capaces de atenuar algo que, transversalmente fue tomado como una derrota de la administración Boric.
Para su sector fue ceder ante críticas infundadas, porque hasta ahora la derecha no ha entregado ningún antecedente penal de interés al Ministerio Público que pudiera relacionar de facto a Jackson con el robo a los computadores o el posible desfalco de recursos regionales/ministeriales.
Y, para la derecha, fue una derrota del Gobierno: un Gobierno claramente delimitado que, a ojos vistos, no ha podido liderar la agenda mediática ni por un mes, al menos en el medio más explícito: la televisión.
¿En qué pie queda ahora el Gobierno? Debilitado, sin duda, en eso coinciden hasta los más extremos columnistas dominicales. Pero, ¿hay chance de un golpe de timón? Claramente, pero requiere de un cambio de gabinete.
Porque la renuncia de Jackson, que tanto él como sus dos compañeros de trayectoria -el hoy presidente y la Ministra de la Segpres, Camila Vallejo- presentaron como un sacrificio en pos del diálogo con la derecha, fue inesperada. De hecho, la reunión que Boric sostuvo con el exministro por casi una hora, ad portas de la noche, en La Moneda, demuestra eso. El presidente no esperaba una renuncia de su amigo: o no, al menos, tan precipitada, una noche de viernes.
Un cambio de Gabinete puede mostrar nuevamente a un mandatario fortalecido, que tiene el control de sus ministros. Si no, probablemente, la música seguirá viniendo desde la derecha.