Las heladas están frenando el crecimiento de las praderas y afectan la alimentación del ganado. Así lo informó el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) Quilamapu el miércoles 2 de julio, tras constatar daños en predios ganaderos de la Región de Ñuble.
Las condiciones climáticas han generado impactos en la producción forrajera y en el manejo general del ganado, lo que obliga a adoptar medidas de resguardo en los sistemas ganaderos afectados.
La investigadora en sistemas ganaderos del INIA Quilamapu, Soledad Espinoza, explicó que las praderas necesitan una temperatura mínima de 5 °C para desarrollarse. Según dijo, las temperaturas más bajas han detenido el crecimiento de las especies forrajeras utilizadas para alimentar animales.
Además, la investigadora precisó que la presencia de escarcha y la falta de luz solar también dificultan el desarrollo normal de las praderas. “La alteración de cualquiera de estas variables incide negativamente en el crecimiento de las praderas, hasta llegar a detenerlo”, indicó.
La experta señaló que el pisoteo del ganado o el paso de maquinaria sobre terrenos congelados provoca daños graves en las plantas forrajeras. Esto puede comprometer el consumo disponible para los animales durante el invierno.
“Si se produce un descongelamiento rápido o si se pasa maquinaria por encima, o incluso por el simple pisoteo del ganado, las plantas pueden dañarse severamente”, advirtió Espinoza, en referencia a los daños que puede sufrir la pradera bajo estas condiciones.
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Recomendaciones del INIA
La investigadora recomendó reducir la carga animal en los potreros afectados, especialmente en el caso de animales con bajo rendimiento. También sugirió utilizar forrajes conservados y especies como las quilas, disponibles en los propios predios.
A su vez, planteó evitar la entrega directa de heno sobre el suelo y habilitar callejones de tránsito para el desplazamiento del ganado, mientras permanezca la escarcha.
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Ganado se expone a riesgos
Respecto al estado del ganado, Espinoza advirtió que los bovinos pueden tolerar hasta -6 °C, pero el riesgo aumenta si el pelaje está mojado o si hay presencia de viento. Esto puede derivar en cuadros de estrés térmico o complicaciones de salud animal.
En el caso de los terneros, la especialista llamó a mantenerlos en lugares secos, protegidos y bajo monitoreo frecuente. “Se debe tener el cuidado de llevarlos a refugios y monitorearlos permanentemente, ya que son más sensibles”, puntualizó.
Sobre la alimentación, Espinoza planteó la necesidad de incorporar bloques minerales como suplemento nutricional. Estos productos permiten mejorar la absorción de nutrientes en contextos de baja oferta forrajera.
También indicó que se deben entregar alimentos en la cantidad y calidad adecuadas, evitando incrementos excesivos en los costos de mantención. “Se deben procurar alimentos en la cantidad y calidad apropiadas y al menor costo posible”, señaló.