La reciente elección de gobernadores regionales, realizada el pasado 13 de junio, puso la alarma por la baja participación electoral. El promedio de participación nacional fue de tan solo 19,62%. Es la elección con menor participación en la historia chilena: nunca antes había votado menos de la quinta parte del padrón. En Ñuble, el 16,29% de los inscritos ejerció su derecho a sufragio, situando a la región bajo el promedio nacional.
428.624 son los ñublensinos habilitados para votar, pero, de ellos, solo 69.825 sufragaron. El candidato del Partido Socialista (y el pacto Unidad Constituyente), Óscar Crisóstomo Llanos, ganó la elección, con un 52,95% de los votos, traducidos en 36.372 electores. Por su parte, la carta de Chile Vamos, Jezer Sepúlveda Domínguez (UDI) solo obtuvo 32.324 sufragios, es decir, 47,05% de los votos.
Publica avisos legales fácil y rápido
Extractos, citaciones, extravíos de cheque, remates y más
En la provincia de Punilla, los porcentajes de participación fueron inferiores a la cifra nacional y regional. En San Carlos sufragó el 12,28% (5.858 de 47.717 electores); en Coihueco, 15,07% (3.341 de 22.169 votantes); en San Nicolás ejerció su derecho el 14,58% (1.710 de 11.730 habilitados para votar); mientras que en Ñiquén solo un 12,81% (1.363 de 10.642) y en San Fabián un 14,77% (755 de 5.112).
UNA PARTICIPACIÓN ALARMANTE, PERO ESPERABLE
“En esta elección, la abstención electoral fue generalizada. Lo que pasó en Ñuble pasó en todo el país“, señala a La Fontana el cientista político Cristóbal Vega Carrillo, especialista en Gobierno e Instituciones de la Universidad Alberto Hurtado (UAH). “Cualquier proceso electoral en el que no participe la mayoría del universo votante, siempre es alarmante para un sistema político. Pero, creo que debemos analizarlo en contexto”, explica.
“Debemos entender el contexto de pandemia en el que se desarrolla la elección. Estamos en un momento gravísimo a nivel nacional, tanto en la región metropolitana como en el sur del país. Cuando hay un llamado de la autoridad sanitaria a evitar movilizaciones, obviamente se genera un clima de incertidumbre y emergencia en la gente; las votaciones pueden pasar a segundo plano“, desglosa Cristóbal Vega, quien además forma parte del Instituto Igualdad.
DESCONOCIMIENTO DEL CARGO
La escasez de información ciudadana respecto a las funciones del gobernador regional es otro factor a considerar para entender el bajo porcentaje de participación, según el analista. “Tenemos que considerar la capacidad movilizadora y de pertenencia de la gente a votar en esta segunda vuelta. Probablemente no han tenido buena información respecto a las competencias del nuevo cargo, y ese es un problema del sistema político y educativo, y los actores sociales que deben divulgar la información”, señala el cientista egresado de la UAH.
“Hay que considerar el análisis ‘costo-beneficio’ que hace la ciudadanía de este proceso”, señala a La Fontana, Tomás Landaeta Fuentealba, cientista político con mención en Políticas Públicas. “Si los electores consideran que el costo de ir a votar es más alto que el beneficio que pudieran obtener, se cuestiona si sufragar o no. A eso le sumamos el desconocimiento del cargo, o que existan personas que no se sienten representadas con ninguno de los dos candidatos en segunda vuelta”, añade Landaeta, quien participa en la Fundación Reforma Chile.
CRISÓSTOMO GANÓ LA ELECCIÓN, PERO CON 14 MIL VOTOS MENOS
En primera vuelta, Óscar Crisóstomo obtuvo 50.594 votos, llegando al 31,24% del escrutinio. En segunda vuelta, logró el 52,95% de la votación, pero con 36.372 votantes. Entre la primera y segunda vuelta, el candidato de Unidad Constituyente tuvo una diferencia de 14.222 votos, una merma que, según los expertos, tiene explicación.
“La razón más importante para explicar la merma de votos de Crisóstomo entre la primera y segunda elección es el proceso en sí. En primera vuelta no solo se elegía gobernador regional; también se votaba por concejales, alcaldes y constituyentes. Por lo tanto, en cierta medida, las personas que iban motivadas a votar por ciertos cargos, terminaron votando por todos, incluyendo gobernadores regionales”, explica Tomás Landaeta.
Para Cristóbal Vega, “la baja importante que obtuvo el gobernador electo Crisóstomo, versus Sepúlveda, es muy relevante como dato político, ya que Ñuble es una nueva región y esta es la primera vara de participación política que se pone en un cargo estrictamente regional. Obviamente es preocupante que exista una merma de votantes”.
“Ahora bien, si hablamos de legitmidad, la elección del gobernador regional de Ñuble es totalmente legítima, porque se realizó con todas las reglas del juego, solo que no participó la mayoría. Esto nos lleva a cuestionarnos, por ejemplo, el voto voluntario u obligatorio“, añade Vega.
“En ningún momento la autoridad electa pierde legimitidad; lo que ocurre cuando tenemos baja votación es una merma en la representatividad. De todas formas, la representatividad del cargo se dirá a medida que pase el tiempo, por ejemplo, con estadísticas regionales que vayan midiendo la representatividad del gobernador”, finaliza Tomás Landaeta, profesional egresado de la Universidad del Desarrollo.