40 horas: Transitar hacia el desarrollo para todos

Fue el 16 de marzo de 2017 cuando vimos en las noticias que la diputada Camila Vallejo presentaba la propuesta de disminuir de 45 a 40 horas la jornada laboral semanal. La información fue ampliamente cubierta por los medios y comentada en las redes porque, a pesar de que esta iniciativa ya era realidad en varios países, en el nuestro parecía una gran idea, soñada, pero imposible.

Junto con la popularidad de la propuesta, en otros grupos afloró el temor y el rechazo. Esta última reacción era totalmente esperable porque todos los avances sociales relevantes, especialmente aquellos que están destinados al mundo del trabajo, producen el mismo efecto.

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Se trata de la simpatía de las y los trabajadores, pero acompañada de una cierta desesperanza; además, del temor de los empleadores y, por supuesto, del anuncio catastrófico de voceros del mundo político y económico del país.

La misma reacción se verificó frente a la idea del Descanso Dominical en 1907, cuando descansar no estaba permitido a los trabajadores, y ha sido con cualquiera que esté destinada a mejorar las condiciones de vida en el trabajo. La resistencia al cambio es tan inevitable en las personas como en las sociedades. Vallejo sabía bien esto y señaló: “No hay cambio que pueda ser frenado eternamente”, mientras que otros la calificaban como una iniciativa “inadmisible”, “inaplicable”.

Sin embargo, este cambio solo tardó 6 años en ser aprobado, porque el proceso que dio vida a la Ley de 40 horas constituye un triunfo del diálogo, los acuerdos y una evolución como sociedad.

Hay que recordar que en el proceso de esta Ley participó el Consejo Superior Laboral, donde están representados los trabajadores, empleadores y el gobierno, instancia que también promovió diálogos en las regiones. Además, el trámite Legislativo fue constructivo y derivó en un amplio apoyo parlamentario a la norma.

Cuando nos unimos y ponemos al centro los intereses de las personas, sí es posible llegar a acuerdos y perder el miedo a los cambios que construyen beneficios para todas y todos. Hacemos votos para que el mismo espíritu se proyecte al abordar importantes desafíos pendientes como la Reforma Previsional.

Este cambio, que viene a satisfacer una aspiración histórica, permitirá una mejor calidad de vida y bienestar para las y los trabajadores y sus familias. Se complementa con la Ley de Conciliación de la vida personal, familiar y laboral, ambas iniciativas del gobierno del Presidente Gabriel Boric, que tiene el compromiso con el Trabajo Decente, que es mucho más que una consigna particular, sino que es, sobre todo, la aspiración de un país comprometido con el desarrollo integral, sin miedo al cambio.

Esta sección es un espacio abierto, por lo que las opiniones vertidas aquí pertenecen exclusivamente a su autor y no necesariamente representan una mirada editorial.

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Carmen Gloria Pérez
jueves, 25 de abril de 2024 19:38

Muy cierto!