El chícharo (Lathyrus sativus), una legumbre ancestral con alta tolerancia a la sequía, podría volver al sistema agrícola del centro sur de Chile, incluyendo la Región de Ñuble.
Así lo informó el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) Quilamapu (en Chillán), al anunciar un proyecto de cuatro años orientado a su reintroducción en zonas del secano interior de Ñuble y Biobío.
La iniciativa, que tiene una duración de cuatro años, es financiada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y fue dada a conocer el jueves 3 de julio. El trabajo se centra en entregar una alternativa agrícola viable y adaptada a las condiciones climáticas actuales, especialmente en zonas con escasez de agua y suelos degradados.
Dejó de producirse de forma masiva hace 50 años
El chícharo es una leguminosa que fue cultivada durante décadas en Chile, pero que dejó de producirse de manera masiva hace unos 50 años. Según información técnica difundida por el INIA, su salida del sistema agrícola nacional se debió a la falta de información sobre sus efectos cuando se consume en exceso y de forma prolongada.
Hoy, la planta está siendo reevaluada por sus propiedades nutricionales —como su alto contenido de proteínas, fibra, antioxidantes y compuestos antiinflamatorios— y por su capacidad de desarrollarse en condiciones adversas.
Además, al ser una legumbre, tiene la facultad de fijar nitrógeno atmosférico en el suelo, mejorando su fertilidad de manera natural, según indican documentos técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
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Agricultoras apuestan por recuperar la semilla y los saberes
El proyecto se ejecuta en localidades del centro sur del país, como Quinchamalí (comuna de Chillán) y Ninhue, donde todavía existen pequeñas producciones de chícharo mantenidas por agricultores locales.
En esas zonas se están evaluando variedades tradicionales de la planta y se han realizado jornadas de trabajo con productores del secano.
Durante uno de los talleres realizados en Quinchamalí, el curador del Banco de Germoplasma Vegetal de INIA Quilamapu, Gerardo Tapia, destacó las cualidades agronómicas del cultivo. “Su recuperación puede ser clave para la seguridad alimentaria local”, afirmó.
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Ventaja de siembra
Además, indicó que el chícharo posee una ventana de siembra más amplia que otras legumbres, lo que le otorga una ventaja para adaptarse a distintos calendarios productivos y condiciones climáticas.
En la actividad participaron varios productores del territorio. Una de ellas fue la agricultora del sector Reloca, en Ninhue, Claudia Ramos, quien señaló que no conocía el cultivo, pero valoró la instancia de aprendizaje colectivo.
“Me pareció muy interesante saber que en el sector se da bien y que puede generar un ingreso económico relevante, además de ayudar a recuperar nuestros suelos, que son muy pobres”, afirmó.
También asistió la presidenta de una agrupación de cuidadoras de semillas, María Pérez, del sector Peñaflor. Durante el taller recibió semillas de chícharo y decidió cultivarlas esta temporada. “Me encanta aprender de los agricultores, sobre todo de los mayores. Me regalaron un poco de semilla de chícharo y este año lo voy a producir. Además, estamos trabajando en producción ecológica, porque queremos dejar una buena tierra para nuestros hijos”, sostuvo.
El proyecto contempla además la reintroducción de otras legumbres tradicionales, como porotos y lentejas, con el objetivo de diversificar la producción de la agricultura familiar campesina. Junto con ello, se promueve el uso de prácticas agroecológicas y el intercambio de conocimientos técnicos y tradicionales.
“El chícharo no solo es un alimento nutritivo y tradicional; también es una herramienta para enfrentar el cambio climático desde la agricultura, revitalizando los saberes campesinos y aportando a sistemas de producción más sostenibles”, concluyó el coordinador del proyecto, Gerardo Tapia.