¿De dónde obtener más alimentos? Esa ha sido la pregunta para encontrar la solución a uno de los problemas más importantes del futuro. Pero, cada día cuesta más responderla debido al creciente aumento de la población. Así mismo, esta demanda genera una alta presión sobre el ambiente y los recursos naturales disponibles.
Algunas de las soluciones que se podrían adoptar es la reducción del consumo de carne. O bien, migrar a sistemas productivos más sustentables que requieran menos energía para su producción. Considerando esto, la producción de insectos está dentro de las estrategias viables para convertirlos en los alimentos del futuro.
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Sin embargo, el gran problema por el mundo occidental es la aceptación de la idea de consumirlos para la alimentación. Esto es por razones culturales; se consideran desagradables y nocivos.
Otro aspecto que hacen dudar su uso es la capacidad de su producción a gran escala para satisfacer la demanda. Además, se cree que las preferencias alimentarias podrían cambiar a corto plazo y su consumo podría disminuir.
Demanda mundial y perspectiva
Para el año 2050 se estima que la población mundial llegará a los 9.700 millones de personas. Esto significa un aumento de más del 25% de la población actual.
Y la superficie cultivable no aumentará en esa misma escala. Es más, la deforestación y la ganadería intensiva empeoran el problema, al generar más gases de efecto invernadero. Por ende, el calentamiento global y todos los problemas climáticos que trae consigo empeoran los factores para cultivar.
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Cultura alimenticia
Para nuestra cultura, el sólo hecho de comer insectos “revuelve el estomago”. Sin embargo la humanidad lleva miles de años consumiéndolos en su dieta y aprovechando sus beneficios. Entre el continente asiático, África y América del Sur se consumen cerca de 2000 especies de insectos. En Europa, sólo el 10% de la población dice estar dispuesta a consumirlos.
Se estima que cada persona podría estar comiendo medio kilógramo de insectos al año sin darse cuenta, esto porque ya están siendo incorporados de forma procesada a alimentos de consumo cotidiano como suplementos proteicos.
La producción
El cultivo de insectos usa menos agua, superficie, genera menos gases que la producción de ganado o la agricultura tradicional. Y su huella de carbono es muy inferior. Un ejemplo de esto puede ser que la producción de grillos genera un 80% menos metano que la ganadería y entre 8-12 veces menos amoniaco que la producción de carne de cerdo.
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Lo que más se destacada de la producción de insectos es la velocidad de crecimiento que tienen. Alcanzan su madurez en días y no se debe esperar meses como en los cultivos tradicionales. Esto hace que la cosecha sea casi de manera permanente y los niveles de oferta se mantengan estables en el tiempo.
De manera concluyente se tiene claro que, a menos que se presenten en la dieta de una manera agradable y quizás no tan explícitos, la población occidental podría incorporarlos a su alimentación con el fin de contribuir a mitigar los problemas antes mencionados. De esa forma, se podrá lograr la ansiada solución alimenticia del futuro.
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