Tristemente, el continente se ha acostumbrado a noticias sobre tiroteos masivos en escuelas de Estados Unidos. Más que un episodio mediático, estos hechos impactan para siempre en la vida de los estudiantes, cambiándolas para siempre.
En el suceso más reciente, ocurrido esta semana en Texas, un joven de 18 años abrió fuego al interior de una escuela primaria. Terminó con la vida de 19 niños y dos profesoras, en un recinto que impartía clases a menores de entre siete y diez años.
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Más allá de la noticia, que abandonará la portada de los medios al paso de una semana, ¿Cómo afectan estos hechos violentos al día a día de los estudiantes estadounidenses y su entorno? En la búsqueda de responder a esta pregunta, BBC Mundo recopiló los principales hábitos que los escolares del país del norte han debido anexar a su rutina cotidiana.
Resguardo policial
Tras cada atentado o tiroteo, las autoridades locales anuncian medidas de seguridad para proteger las escuelas. Tras este último hecho, en la escuela de Texas, varios distritos escolares dijeron que crecería la presencia policial en los establecimientos educativos.
Algo similar sucedió después de otros incidentes, como lo ocurrido en Parkland en 2018, Sandy Hook en 2012 y Columbine durante 1999. “Cada evento importante ha resultado en llamados para aumentar la seguridad en sus respectivas escuelas, y asegurarle a la gente que sus hijos no serán víctimas de los próximos hechos”, dijo a la BBC la experta en tiroteos Cheryl Lero Jonson.
La especialista relata que los recintos escolares han sumado detectores de metales, máquinas de rayos X y personal que porta armas.
Simulacros de ataque
Tal como en Chile esporádicamente los escolares realizan simulacros de terremotos o tsunamis, los estudiantes norteamericanos se han acostumbrado a ensayos que simulan un ataque armado. Según Jonson, cada vez los colegios están haciendo más actividades periódicas y elaborando protocolos para actuar ante cualquier situación de estas características.
Alumnos tumbados en el suelo o interpretando el rol de atacantes es parte de la rutina de estos simulacros. Pero algunos establecimientos van más allá: “en algunos de los ejemplos más intensos, esos tiroteos simulados involucran a hombres enmascarados que portan armas falsas y estudiantes que juegan el papel de víctimas cubiertas con sangre falsa“, relata BBC Mundo.
Pero estas puestas en escena no tienen respaldo científico. En 2020, un informe reveló que no hay datos para respaldarlos y la evidencia sugiere que en realidad pueden ser dañinos para la salud mental.
Salud mental
Es precisamente, este factor el que preocupa a los expertos. Un estudio de la Universidad de Stanford detalló que el uso de antidepresivos en jóvenes menores de 20 aumentó un 21% en comunidades que vivieron tiroteos.
Por otro lado, estos hechos “ocurren con tanta frecuencia que nos estamos volviendo insensibles a ellos”, puntualiza Maya Rossin-Slater, del Instituto de Investigación de Política Económica de Standford.
“Cuando pensamos en el costo de los tiroteos en las escuelas, a menudo se cuantifican en términos del costo para las personas que mueren o resultan heridas y sus familias. Pero, la realidad es que hay muchos más estudiantes expuestos a los hechos que sobreviven“, recalca la especialista.
En conclusión, estos sucesos ya forman parte del día a día de miles de escolares de Estados Unidos, ya sea porque han vivido un episodio así o conocen la realidad de cerca, una situación que les marca de por vida.