Por estos días el discurso sobre equidad de género, paridad laboral, igualdad educativa y empoderamiento femenino resuena con fuerza. Sin embargo, el papel de la mujer se encuentra en una encrucijada crucial de transformación. El Informe Global sobre la Brecha de Género 2023 presentado en el Foro Económico Mundial (FEM) proyecta un futuro que para algunos puede parecer optimista, mientras que para otros resulta aún intangible.
Este informe plantea la perspectiva de que para el año 2154 hombres y mujeres de todo el mundo serán tratados como iguales. Sin embargo, la realidad presenta un desafío considerable: se estima que se necesitarán 131 años para cerrar la brecha de género a nivel mundial. Este lento progreso se hace aún más evidente al considerar el impacto negativo de la pandemia de Coronavirus, que ha significado un retroceso en los avances logrados.
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A pesar de haber alcanzado un retorno a los niveles de paridad de género de 2019, con un modesto 68,4% de la brecha global cerrada, según el FEM, esta mejora es apenas mínima, indicando que queda un largo camino por recorrer. En términos económicos y políticos, se prevé que se necesitarán 169 y 162 años respectivamente para alcanzar la paridad. No obstante, en el ámbito educativo se vislumbra una luz de esperanza, con la previsión de que la paridad llegue en tan solo 16 años.
Es un buen momento para destacar los esfuerzos locales, como los alcanzados por las instituciones educativas Santo Tomás, sede Chillán, que están marcando la diferencia. En la carrera de Técnico en Construcciones Civiles, se ha trabajado para consolidar que el 38,24% de los nuevos estudiantes sean mujeres en este nuevo año académico 2024. Este logro no sólo impulsa el empoderamiento femenino, sino que también consolida la presencia y contribución de la mujer en sectores históricamente liderados o etiquetados para los hombres.
Sin embargo, mientras celebramos estos avances, no podemos ignorar las realidades más sombrías. Los casos de femicidios en toda la región, aunque Chile haya logrado tasas relativamente bajas registrando 0,5 casos por cada 100 mil mujeres, este es un recordatorio doloroso de la persistente desigualdad de género. Es un problema que debe abordarse no solo a nivel institucional, sino también en la educación y la sociedad en general, donde la igualdad debería ser un pilar fundamental desde la infancia.
En este contexto, es imperativo seguir trabajando hacia la igualdad de género, desafiando las barreras y estereotipos arraigados en nuestra sociedad. Solo mediante un compromiso continuo con la equidad y la justicia podremos crear un mundo donde todas las personas, independientemente de su género, tengan las mismas oportunidades y derechos.